Antonio Mingote era muy amigo de Luis García Berlanga. “Lo que no alcanzo a comprender, es que a un tipo tan inteligente e ingenioso como Berlanga le guste el ciclismo. Sigue a diario las etapas del “Tour” de Francia”. Antonio Mingote tuvo un romance de bicicleta. Terminada la Guerra Civil, en la que tomó posesión de Barcelona en completa soledad para visitar a su madre, fue destinado a San Sebastián, al cuartel de Loyola.
Y se echó novia en Tolosa, a treinta kilómetros de San Sebastián. Casi a diario, cubría a caballo la distancia, y paseaba con su novia de una manera extraña. Él, sobre el caballo, y ella, montada en una bicicleta. Y hacían manitas. El noviazgo terminó por dos motivos. La oposición de un párroco de Tolosa a que una “neska” tolosarra escandalizara a sus paisanos con su amor por un oficial “maqueto”, y porque fue destinado a Madrid. Su manía a las bicicletas le llevó a reírse en muchos dibujos del ciclismo. En uno de ellos, magistral, dos ciclistas extenuados, con la lengua fuera, sudando como pollos, suben un puerto de montaña del “Tour”. Quizá el Aubisque, el Tourmalet, el Puy de Dôme, al Alpe D, Huez o el Galibier. Y entre ellos, con la gorrilla al revés, en una bicicleta tosca, pedalea sonriente un vendedor ambulante de helados, con el cajón frigorífico entre los manillares. Y el vendedor les dice a los ciclistas profesionales: - Ahora vuelvo. Voy al pelotón de cabeza por si quieren algún helado y en un pispás estoy aquí de nuevo-....
Elige el modelo de suscripción que prefieras o, si ya formas parte del Club Alfonso Ussía, accede a tu cuenta:
Contenido privado
Entra o suscríbete ahora
3 Replies to “CICLISTAS”
Al ciclista maleducado se le une, a veces en la misma persona, el ciclista impertinente, que es una variante mixta de ciclista con guardia urbano. Suele ir en grupo, como las grullas, y bastante a sus anchas, ocupando una parte notable del ancho de la vía y se caracteriza por impartir órdenes mediante gestos con los brazos y giros bruscos de cabeza para ordenar al automovilista que se le aproxima, que se eche más para allá o que vaya más despacio, por más que el coche circule tan despacio o más que el ciclista y haya agotado el espacio que lo separa de . Son los nuevos talibanes de la carretera.
… y haya agotado el espacio que lo separa de caer por la cuneta.
Todo sea por el bien del planeta, Sr. Ussía, hay que ver, que poca conciencia tienen algunos… 😉