El majadero de Sabino Arana, que en paz descanse y si no descansa en paz me la refanfinfla, escribió que el español – exceptuaba a los vascos-, éramos feos, torpes y vulgares en los movimientos y ordinarios en los andares, menos los toreros, que sí se movían airosos pero con gestos afeminados.
El día de San Isidro, salió de toriles el tercer toro del Parralejo, que le correspondía a Ginés Marín. Al principio de la faena, en un derechazo, el toro volteó con su pitón izquierdo al torero. Le metió el pitón en el muslo derecho con dos trayectorias, de veintisiete y veinte centímetros respectivamente. La punta del pitón, con el torero en el aire, emergía de su pierna. Cayó muy mal, pero se incorporó. La sangre manaba de su herida. El muslo abierto. Vestía de azul celeste y oro, y en pocos segundos su sangre le llegaba a la taleguilla. En la barrera su padre, picador de su cuadrilla, miraba sin ver lo que sucedía en el ruedo.
Hay gestos de valentía que van acompañados de gritos y ademanes. Ginés Marín no movió ni un músculo de su rostro, manchado con la sangre del toro. Con una serenidad pasmosa, ordenó a su cuadrilla y a los toreros que habían acudido al quite, que volvieran al burladero.....
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4 Replies to “VALIENTE”
Yo ví la repetición, y me impacto la serenidad y la impasibilidad con que esperaba a que el toro muriese para retirarse. Eso es coraje y lo demás son tonterías.
Hombre, Ussía, comparar a Sabino Arana, ya no con Ginés Marín, sino con cualquier español decente, tenga la valentía del mencionado diestro, o no, es hasta ofensivo. Las comparaciones siempre son odiosas; pero, en este caso, es ofensiva y hasta insultante. Estamos en un país en el que es costumbre enterrar bastante bien a los muertos, incluso dedicarles encomiados panegíricos, muchas veces inmerecidos e hipócritas, ensalzando las hipotéticas virtudes del finado; empero, en el caso del susodicho, no creo que nadie, salvo algún despistado, o los que fueron sus conmilitones y vivieron a sus expensas, se atreviera ni tan siquiera a eso. En mi opinión, le pondría un epigrama sobre su lápida que dijera, al estilo de Groucho Marx, más o menos: «Te perdonamos que no te levantes».
Dudo mucho que haya otra vida después de esta. No creo que tengamos una segunda oportunidad ni para tocar el arpa; pero, si así fuera, mi deseo es que le tengan «tomando por la retambufa» por los siglos de los siglos.
Pax vobiscum.
Sí hay otra vida después de ésta. Si no fuera así, la vida terrenal sería una broma de mal gusto.
DISIMULANDO la cojera, no «simulando». No es lo mismo.