EL TAPÓN CON SOMBRERO

                 El sombrero tiene muchos usos. Aliviar el frío y el sentido estético, entre otros. No obstante, cuando Antonio Mingote y el que esto escribe, creamos la “Asociación de Amigos del Sombrero”, cuyo presidente era el genio y el Vicepresidente el abajo firmante,  redactamos el siguiente preámbulo en el Reglamento que nunca escribimos, y por ende, jamás aprobamos: “El sombrero, sea del tipo o modelo que sea, tiene una función que sobrevuela al resto de sus cometidos. Descubrirse al paso de una señora guapa. No quitarse el sombrero en locales cerrados es digno de sanción y mal gusto. Y si el sombrero es horroroso, grave infracción cercana al delito. El tío más ridículo con sombrero que hay en el mundo es un tapón que gobierna con el sombrero puesto, el tal Pedro Castillo, inepto presidente de la República del Perú.

             En la Historia, muchos dirigentes bajitos, emperadores, reyes y presidentes, han camuflado su falta de centímetros con sombreros gloriosos y siempre exagerados. El Emperador Carlos I de España y V de Alemania, se adornaba con sombreros extravagantes para ser aún más Emperador. Y su hijo y heredero, Felipe II, más de lo mismo, si bien sus  sombreros cónicos con forma de papelera al revés, ofrecían la seriedad de los tonos oscuros....

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3 Replies to “EL TAPÓN CON SOMBRERO”

  1. ROSANA NUÑEZ PARAMO dice:

    Será el sombrero una metáfora de sus propios complejos, quién sabe, pero individuos así, llenos de taras e inestabilidades mentales hay muchos gobernando, habría que pensar qué tienen en la cabeza los que votan a tales sujetos.
    Aquí vamos por un camino…

  2. Constantino Díaz Fernández dice:

    Todo correcto. Pero, siempre hay un pero, aunque en este caso se podría escribir con mayúsculas: ¿Quién eligió a este extravagante tipejo para dirigir el país? Los peruanos, supongo yo. En el pecado siempre va implícita la penitencia, luego ya se sabe: agua, ajo y resina. Les ha ocurrido algo parecido a lo que sucedió es España. ¿Quién eligió a Sánchez? Pues lo mismo.
    Pax vobiscum

  3. Fernando José Fernández de Tejada Simoes dice:

    Por el camino del Congreso, prevaricador y desvergonzado. Ayer, en un alarde de «virtud democrática» rizaron los rizos, que ya es difícil, de la Presidente del Congreso, de los Di-putados y Di-putadas, de la Carrera de San Jerónimo. El Santo va a acabar por huir y en su escapada terminará, como poco, en el puerto de Cartagena, para embarcarse, como el Rey Alfonso, y no volver.
    Que descaro, que valor, que sinvergonzonería tiene esta «señora» y todos estos «señores», Señor.
    Es la oportunidad de ponerlos en su sitio a todos ellos, de quitarles la mascara con la que aún pretenden cubrirse. Espero que la oposición lleve este atentado contra la democracia hasta sus ultimas consecuencias. Son capaces de todo estos impresentables tíos de la Izquierda radical española y hay que pararlos de una vez, ponerlos en el sitio que les corresponde, como decía en mi comentario de ayer, refiriéndome a otros temas. Si la oposición, toda, pierde esta oportunidad y no la llevan hasta el final, hasta sus ultimas consecuencias, se harían cómplices de la felonía con la que el Partido Socialista se ha adornado, como los vikingos, ayer.
    No quiero decir mas, salvo que estoy harto de la situación.
    Vamos camino de Hispano América y esta vez no para no descubrir nada sino para importar todo lo malo, y lo peor, que el comunismo está esparciendo, sembrando, y ya recolectando, por esas tierras que dejamos católicas y hoy las encontramos pobres, corruptas y sometidas a dictadores de la peor calaña.
    Les dejo con el champiñón peruano del sombrero, del que ya hemos hablado en otras ocasiones, su descaro y maldades añadidas, por mor de cuantos le han votado a él y a su cuadrilla de delincuentes. Ahí tienen su penitencia. Espero que a España no le tenga alguien, no precisamente este Papa, que imponer una similar por culpa de todos y cada uno de nosotros, por acción u omisión; pecadores, consentidores al fin, si seguimos tragando con lo que nos está pasando. O es que acaso no lo estamos viendo; a menos que no lo queramos ver, eso ya sería otra cosa. El problema adquiriría otra dimensión, gravísima. Para exiliarse en Estoril.

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