En la poesía satírica española, la más desvergonzada, el hombre y la mujer compiten en protagonismo. No existía, hasta su aparición a principios del siglo XX, ni la obsesión machista ni la feminista. La mayoría de los poetas, por no decir casi todos, eran hombres, y ellos mismos se ponían los adornos, los cuernos, y los ridículos. El hombre temía la infidelidad, más por motivos de honor que de amor. Y gustaba de la mujer honesta y laboriosa en los quehaceres domésticos, como el notable poeta gaditano Vargas Ponce, que además de poeta fue marino y escribió su “Proclama del Solterón”. Los solterones exigían mucho para dejar de serlo.
Yo busco una mujer boca de risa,
Guardosa sin afán, franca sin tasa.
Que al honesto festín vaya sin prisa,
Y traiga entera su virtud y gasa.
No sepa si el sultán viste camisa
Mas sepa repasar las que hay en casa.
Cultive flores, cuide pollas cluecas,...
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2 Replies to “MUJER Y HOMBRE EN VERSOS”
Resignación, amigos, resignación.
Estos son, para muchos de nosotros, los tiempos postreros que nos ha tocado, mas que vivir, observar, debido a nuestra edad.
Si lo que veo, por esas calles de Dios, es de susto, me voy para mis lares, me acuesto, leo a Ussía, por ejemplo, y tan a gusto.
Nuestras Santas, nos aguantan, para que queremos mas.
Por cierto, Nadal en la australiana final. Una buena noticia.
Hoy, en España, es lo que tenemos, si es que con algo nos queremos alegrar.
Eso si, luce un sol esplendido.
Una maravilla.
¡Qué tiempos aquellos en que, tanto damas como caballeros, se ponían los cuernos, cuyo honor luego dirimían los primeros en aquellos duelos tempraneros, antes de que la niebla se disipara y diera paso a la claridad del día! Nada que ver con lo que hoy pasa, que, desaparecido el binomio hembra – varón, y disparadas las clases de género (orientaciones sexuales para ser más exacto), el asunto de los cuernos ha quedado algo desfasado y tendrá que ser objeto de revisión. Supongo que el «Ministerio de Igual da», que nos cuesta un pico a todos los españoles, no tarará en dar una respuesta a este, tan importante como imprescindible, asunto.
De acuerdo con algunas investigaciones científicas sobre cornamentas humanas, parece ser que algunos ya nacían con este destino configurado en su ADN (la mayoría con el signo zodiaco de Capricornio). Conocedor de este asunto, el madrileño de nacimiento e infanteño de corazón, Quevedo, frustrado sacerdote y magnífico poeta, escribió el siguiente soneto, que, de alguna manera, viene a dar por buenas las conclusiones de las citadas investigaciones.
Cuando tu madre te parió cornudo,
fue tu planeta un cuerno de la luna;
de madera de cuernos fue tu cuna,
y el castillejo un cuerno muy agudo.
Gastaste en dijes cuernos a menudo;
a leche que mamaste era cabruna;
diote un cuerno por armas la Fortuna
y un toro en el remate de tu escudo.
Hecho un corral de cuernos te contemplo;
cuernos pisas con pies de cornería;
a la mañana un cuerno te saluda.
Los cornudos en ti tienen un templo.
Pues, cornudo de ti, ¿dónde caminas
siguiéndote una estrella tan cornuda?
Claro que, cuando escribió estas estrofas estábamos en el siglo XVII, y, lo que menos se podía imaginar el autor, es lo que el asunto de los cuernos evolucionaría con los tiempos.