Las malas perspectivas electorales han empujado a Sánchez a cumplir con un plan de proximidad a la ciudadanía. Se dispone a salir a la calle para mostrarse como lo que es. Un gobernante cercano, pendiente de los sinsabores de los españoles. No creo que se atreva a salir a la calle en La Palma, donde ya ha sido convocada una manifestación contra sus mentiras y sus falsas ayudas económicas, que no han llegado.
Me figuro que la calle elegida por el gobernante cercano estará en Madrid. Hay una calle muy próxima a La Moncloa, que lleva a la parte baja de Puerta de Hierro. Pero más que calle es carretera, sin gente y sin comercios. Puede optar por salir a la calle en Vallecas, aún a sabiendas que allí ganó con holgura Isabel Díaz Ayuso. Sánchez, que no se baja del avión precisamente para evitar el disgusto de los abucheos y las pitadas del español de a pie, no va a salir a calle alguna si no le garantizan la vigilancia de la Brigada Acorazada ubicada en El Goloso. O dejando a la Guardia Civil y la Policía Nacional sin efectivos, incluyendo a los 30 agentes que custodian la casa de Irene Montero y Pablo Iglesias, que parece que sí, que ha vuelto al redil, según me cuentan.
No le veo a Sánchez con cuajo suficiente para pasear y conversar con los viandantes en la calle Preciados. No llegaría a la Puerta del Sol, por muchos escoltas que lo custodiaran. Sánchez tendrá que salir a la calle siempre que la calle se ubique dentro del recinto de La Moncloa. Puede pedirle a los Sindicatos que le manden unos centenares de liberados para aplaudirle, pero me temo que nadie se tragará la farsa. No hay calle tranquila para Sánchez, y ese no es un problema inmediato. Sánchez seguirá usando y abusando de todos los medios de seguridad a su alcance. Pero haría bien en formularse una pregunta.
¿Cuándo deje de ser el presidente del Gobierno, dónde podré ir con plena tranquilidad? Hay un callejón en el barrio de Salamanca que apenas tiene treinta metros de longitud. Pero está abarrotado de bares, restaurantes y personas. A los diez metros se pondría a llorar, y que llore en público un presidente del Gobierno puede resultar ridículo.
La única solución, un decorado. Los grandes mentirosos terminan por creerse sus mentiras. Cualquier directorucho del Cine español agradecido a sus subvenciones puede montarle el decorado en los jardines de La Moncloa, contratar a mil extras, y hacerle creer que está en la Gran Vía ganándose la cercanía de la gente.
Lo malo es que semejante plan no solucionaría nada, y las perspectivas electorales del PSOE se mantendrían en el mismo plano de descenso. Mi recomendación es que guarde en el cajón de su despacho el plan de proximidad a la gente, y siga con el avión, el helicóptero o la comitiva de treinta coches de seguridad para no oir lo que no le gustaría. Que si el padre, que si la señora madre, y menos ahora, con lo de la venta de la empresa de papá con dinero público entregado al que lleva la empresa de papá.
Hay que olvidarse de la calle. La gente está muy cabreada, aunque Tezanos le diga lo contrario. Huya de la calle.
Alfonso USSÍA
3 Replies to “EL CERCANO”
¿Se acuerdan de una imagen de Sánchez limpiándose la mano tras estrechársela a un ciudadano en algún lugar que no recuerdo?. Él desprecia a la muchedumbre como buen narcisista, como Nerón despreciaba a la plebe de Roma, lo mismo.
Nada, nada, que se quede in the Moncloa, que mucho me temo que por lo menos otros cuatro años más seguirá. Al tiempo.
PEDIRLES a los sindicatos.
Bueno, si nos atenemos a la reciente encuesta del CIS, actualmente secuestrado por el santanderino Tezanos, publicada en el día de hoy, el PSOE de Sánchez, dueño incontestable de esta formación política, va en moto. Es el único partido que sube en intención de voto, consolidando una mayoría de 7 puntos sobre el PP. Todo un milagro demoscópico digno del más sectario presidente que el citado organismo público jamás haya tenido.
Afortunadamente para el conjunto del pueblo español y para los intereses de España, las encuestas de otros organismos privados, no sujetos al control de Sánchez, vaticinan otros resultados. Algo que, aunque la convocatoria electoral aún esté lejana, proporciona un cierto aire fresco que abriga la esperanza de poder sacar de La Moncloa al peor presidente del Gobierno de todos los tiempos. Un oscuro personaje, sin escrúpulos, amoral y mentiroso compulsivo que, sublimando la labor de su anterior correligionario en el cargo, el mal recordado Zapatero, a quien Dios confunda, ha venido a completar la labor destructiva del país, apoyado, esta vez, por toda la escoria que, por mor de los votos de muchos incautos ciudadanos, está sentada en los escaños del Congreso de los Diputados. El proceso de demolición ya está en marcha. Ya se pueden escuchar los ruidos de las obras producidos por los reales decretos (artificio que no requiere control parlamentario) que van removiendo, poco a poco, los cimientos del edificio, y el polvo generado ya empieza a ser molesto para muchos españoles. No alcanzo a columbrar si tendremos, o no, Sánchez para rato, pero sí me atrevo a aseverar que, si esta pesadilla no termina pronto, acabaremos por superar hasta la distopía orwelliana de 1984. Como veo que muestra una cierta inquietud por el futuro de Sánchez, cuando este deje de ser presidente, le diré mi opinión al respecto: seguirá haciéndose millonario, multiplicando por varios dígitos su patrimonio, al igual que los conmilitones presidentes que le han precedido, mientras se dedica al «dolce far niente», o, como dicen los ingleses a la «pleasant relaxation in carefree idleness». Lo otro, las preocupaciones, la lucha diaria para catar los garbanzos en una economía en ruina, nos lo dejará para todos los demás.
En otro plano, no quería olvidarme de agradecerle la noticia de que el antiguo “Coleta morada”, que, al igual que los toreros en su retiro, ya no luce ese apéndice capilar, ha vuelto al redil de Galapagar. Aún no lo he visto en las revistas del corazón, por lo que tengo que suponer que su información es una primicia. Me parece que era algo esperado. El gallo, cuando pasa muchas jornadas fuera del corral, picoteando a otras gallinas, al final, siempre vuelve con la primigenia. Cosa que en absoluto quita que, cuando su gallina favorita ponga otro huevo, vuelva a emprender nuevas aventuras sentimentales. Es natural, cosa de la especie.
Pax vobiscum.