Los grandes jugadores de tenis, como el que escribe, distinguimos el oro donde el resto sólo ve roca o arena. En 2015, con anterioridad a los triunfos de Garbiñe Muguruza en Rolland Garrós (2016) y Wimbledon (2017) escribí un artículo que muchos consideraron exagerado. Anunciaba a la humanidad que algún día Garbiñe conquistaría Wimbledon y algún “Grand Slam” de propina. Y lo hizo. Nadie me ha recordado mi vaticinio, y a falta de homenajes a mi buen entender y mejor visión tenísticos, procedo al autoelogio.
Garbiñe es formidable, simpática, natural, bellísima, fuerte, rotunda, y en ocasiones, un poco burra cuando juega. No ahorra esfuerzos y quiere ganar el punto desde el primer golpe. En ocasiones se le va la olla, pero nadie le podrá quitar ni un Wimbledon, ni un Rolland Garrós, ni dos finales perdidas de “Grand Slam” ni el Torneo de Maestras que acaba de ganar en Guadalajara, México. Por otra parte, Garbiñe es más española que un billete de cien pesetas con la efigie de Romero de Torres, y cambió la estética femenina de nuestro tenis.
En la semifinal del Torneo de Maestras, venció a Paula Badosa, otra gran tenista española recuperada, de la que muchos esperaban poco por un período de tristeza que parecía insuperable. Paula es catalana, y un día decidió instalarse en Madrid para relajarse y vivir...
Para seguir leyendo el artículo de Alfonso Ussía hay que estar Suscrito.
Elige el modelo de suscripción que prefieras o, si ya formas parte del Club Alfonso Ussía, accede a tu cuenta:
Contenido privado
Entra o suscríbete ahora
One Reply to “GARBIÑE Y PAULA”
Viva España y la madre que las parió