En casa éramos doce. Nuestros padres y sus diez hijos. Tres mujeres, madre y dos hermanas, y nueve varones, padre y ocho vástagos. Teníamos una estupenda y muy antipática cocinera, de Oyarzun, que se llamaba Esperanza. Y cuando Esperanza se jubiló, fue sustituída por una gallega extraordinaria que estuvo en nuestra casa más de treinta años. Se llamaba Preciosa. Nuestra madre habló con ella. –En esta casa hay nueve varones, y creo que no es conveniente que siga usted llamándose Preciosa. Preciosa por aquí, Preciosa por allá. Si no le importa, a partir de ahora se llamará María-. Y María comprendió su inconveniente y así fue llamada y tratada durante tres decenios, hasta que le llegó la jubilación. Aún así, trabajó dos años más porque su casa ya era la nuestra y no terminaba de interesarle volver a su bella aldea de Lugo.
Ya empezaba a ponerse de moda el adjetivo “divertido” para cualquier cosa. Qué tejado tan divertido, que pintura tan divertida, que flores tan divertidas y qué funeral tan divertido. El superlativo también encajaba. “El entierro de Jimmy ha sido divertidísimo. Estaba todo Madrid”. Y la condesa de los Predios Jerónimos, que tenía una hija con una de esas enfermedades raras que la ciencia médica no atinaba a definir, alcanzó la más alta cota de la majadería en una merienda de amigas en “Embassy”. Una de ellas le preguntó por su hija, y ella respondió. “Es una enfermedad muy divertida, colosal, porque un día está bien y al siguiente fatal, y los médicos ni flú flú”.
En el Gobierno hay dos ministras Montero. La Tonta y la Choni....
Para seguir leyendo el artículo de Alfonso Ussía hay que estar Suscrito.
Elige el modelo de suscripción que prefieras o, si ya formas parte del Club Alfonso Ussía, accede a tu cuenta:
Contenido privado
Entra o suscríbete ahora
3 Replies to “PRECIOSA”
Yo no sé si la ley será “presiosa”, pero ella sí que es preciosísima y divertidísima y oye qué bien articula las palabras, qué bien habla la señora menestra, y qué elegancia en el vestir, es una cosa fina. Qué elenco tan preparado tenemos de menestras y menestros. La otra Montero, a mi al contrario, me parece muy lista, listilla, pero mira, ya tiene su futuro arreglado, al menos a corto plazo, claro.
Pues lo de “principiar” también es una cursilería.
¿Y por qué hay que decir “la ministra” y no “la ministro”?
¿Y por qué hay gente que dice “la persona humana”? ¿Es que hay personas que no sean humanas?
De catástrofes y crisis humanitarias están los noticiarios (escritos y hablados) llenos y por mucho que nos empeñemos no parece que vayan a rectificar.