Sosa pero venenosa. Miles de españoles enfermos de cáncer han sobrevivido hasta ahora gracias a las donaciones de la Fundación Amancio Ortega. La última, valorada en 280 millones de euros al Ministerio de Sanidad, ha sido acogida por Sánchez con entusiasmo –como si la donación fuera suya-, y con desprecio por Podemos. Los podemitas no soportan a don Amancio, el español que paga más impuestos al Tesoro Público. Puedo errar el cálculo, pero las aportaciones de don Amancio Ortega a la Sanidad Pública y Privada de España, han superado ya los 1.000 millones de euros. Y en España, hay miles de personas anónimas que saben que su curación se ha debido a la generosidad del empresario gallego, al que nada le afectan los improperios, descalificaciones e ingratitudes de los echeniques, monteros, belarras, monederos y verstrynges. La última, Lilith Verstrynge, esa zanahoria sosa, pero venenosa.
Ha dicho Lilith, que a primera vista parece bastante tonta, y a la segunda se comprueba que lo es, que don Amancio no es un filántropo, sino un evasor. ¿Evasor de qué? Tanto él, como su Fundación, como su empresa, pagan religiosamente los impuestos correspondientes, que alcanzan sumas pavorosas. El odio a don Amancio Ortega viene de otras esquinas. No es el heredero de una fortuna incalculable. Es el trabajador que he reunido con su esfuerzo, su tenacidad, su sencillez humana y su inteligencia natural, una fortuna incalculable. Podemos es , además de una cloaca de envidias, un espacio reservado para los más vagos. Son muy vagos casi todos ellos. Y se encabritan con el triunfo de un trabajador que ganó sus primeras pesetas conduciendo una...
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4 Replies to “ESA ZANAHORIA VENENOSA”
Soy un enfermo oncológico de La Coruña. Imagínese Vd. mi opinión sobre esos hijos de puta.
Don Amancio Ortega es un triunfador generoso y responsable y mi agradecimiento como el de muchos otros que han sufrido la terrible enfermedad. No hay máquina que cure la enfermedad del odio, sus raíces son profundas y todo lo tiñen y emponzoñan. El partido basura salido de las acampadas que permitió el nefasto zp es lo peor que hemos tenido en “democracia “, si a esto se le puede llamar así. Chusma infecta es lo que son.
Sobre el veneno que destila “Podemos”, nada nuevo. Es sobradamente conocido, aunque difícil de entender, y peor de digerir, el hecho de que gran número de españoles, con sus votos, hayan elevado al poder a toda esa chusma infecta. Forma parte de su ADN. Como sentenció el cantautor y músico estadounidense (alemán de nacimiento), Jackson Brown: “La envidia es el homenaje que la mediocridad le rinde al talento”. Creo que, esta frase, lo define todo.
En cuanto a Felipe VI, que voy a decir: Estoy totalmente de acuerdo con Ussía en que tiene muchos
complejos; excesivos a mi modo de ver y entender. No cabe la disculpa, aludida por los monárquicos
incondicionales, de que actúa con prudencia y que está atado a la Constitución. Precisamente, con esa
Constitución en la mano, el Rey podría, y debería, hacer muchos más: tiene capacidad sobrada para poner
un poco de orden en la crisis a la que el avispero político reinante, con Sánchez de abeja reina, nos han
conducido, y de la que no sabemos cómo saldremos parados, aunque mejor no hacer cábalas sobre lo que
nos puede deparar el futuro. Los infartos para cuando lleguen. A Felipe VI, también se le podría aplicar el
apotegma del jesuita español, asesinado en Bolivia, Luis Espinal Camps: “No llamemos prudencia a la
cobardía, al conformismo y a la comodidad”.
Tengo, y debo, reconocer que, aunque de monárquico tengo más bien poco, cuando Felipe fue proclamado
rey, el 19 de octubre de 2014, me dio la impresión de que podríamos tener un buen monarca. Su excelente
preparación, sumada a la experiencia vivida junto a su padre, apuntaban a esa reflexión. Cuando, a partir
de los sucesos de Cataluña, que desembocarían posteriormente en la declaración de la DUI por el
Parlamento catalán, el Rey, en comparecencia pública televisada, a la 21:00 horas del martes, día 3 de
octubre de 2017, dirigió un discurso a la nación, firme y contundente, poniendo los puntos sobre las íes,
como correspondía a su condición de Jefe del Estado, me reafirme en mi convicción y dije: “Habemus Rey”.
Lo malo vino después. A partir del citado acto, el Rey, parece haber entrado en un estado intermedio entre
la circunspección y la apatía, con algunos episodios en los que parece tener algún protagonismo y otros en
los que está estrepitosamente desaparecido, lo que conduce a pensar que está siendo manejado desde La
Moncloa, al igual que el mago Arós manejaba al muñeco-marioneta “Chacolí” en el teatro guiñol de mis
tiempos infantiles. El viaje que le “obligaron” (así de claro) a realizar a La Paz (Bolivia), el 7 de noviembre de
2020, a la toma de posesión del nuevo presidente del país, Luis Arce, acompañando, que no acompañado,
al entonces vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias, quien le restó todo tipo de protagonismo,
le ninguneó, e incluso lo criticó delante de sus propias narices, es toda una muestra de sumisión, perdiendo
todo el prestigio que, en aquella época del discurso antedicho había ganado. Todo conduce a pensar que de
aquella promesa de Rey ya no queda más que la sombra, la claudicación total a cambio de seguir
manteniendo sobre su cabeza la corona. Quizás esté pensando en no correr la misma suerte que su
antepasado, Alfonso XIII, apodado “El Africano”, cuando tuvo que salir a todo trapo del país al proclamarse
la “Segunda República”. En fin, estimado Ussía, que tanto Amancio Ortega, como Rafael Nadal, por lo que
veo, y siento, van a tardar en pertenecer a la nobleza, cuando, por méritos propios, además de poseer un
título nobiliario, ya tenían que ostentar una “Grandeza de España”.
Saludos.
La verdad es que a ojos de pueblo llano en el que me encuentro, la actuación del Rey parece débil, pusilánime y cobarde, pero no se puede afirmar que sea así pues desconocemos qué motivos puede tener para actuar de esta forma, ¿acaso tiene alguna herramienta que pueda manejar para evitar esos desprecios y humillaciones?, yo desde mi ignorancia veo solo un Rey decorativo, débil incluso con su propia mujer, que no tenía que haber elegido nunca, a mi modo de ver. En algún sitio he leído que le llaman Felpudo VI. Parece que la impresión es generalizada. No sé, demasiadas concesiones diría yo, empezando por la primera y más importante que es mantener a su padre, el Rey Juan Carlos prácticamente exiliado y sin poder volver a su país por temor a unos cuantos miserables. Me da verdadera pena, una persona en u vejez y declive dejada sola y aislada de su familia, de su país. Sinceramente, parece incompresible, desleal y tremendamente injusto.