Pretender imponer un lenguaje por ley, es fracaso en el intento y triunfo en el ridículo. Se habla y se escribe como uno quiere, y en la libertad está usar de esa querencia sin avisos o amenazas. Lo políticamente correcto es una estupidez. El idioma es una riqueza de siglos, y no los tiempos nuevos son mejores que los antiguos.
Ahora se pretende vulnerar la libertad de expresión de los españoles castigando frases hechas, tópicos y refranes supervivientes a los siglos.
“Tranquilos, que no hay moros en la costa” , no es insulto ni desprecio. Se trata de una advertencia tranquilizadora porque desde el año 711, en el sur de España los moros en la costa no han motivado serenidad, seguridad ni sosiego. Ahora, el que adapte esa advertencia a cualquier coyuntura, puede ser sancionado por delincuente.
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