Aprendí a hacerme la cama en la Mili. Bueno, más que cama, la litera. Había que dejarla de dulce, siempre preparada para una revista. Y sé cómo se hace una cama, aunque no lo practique con frecuencia. Una de las modas del ultrafeminismo es la de preguntar a los hombres si se hacen la cama. Mi respuesta es negativa, aunque si me veo obligado a hacerla conozco todos los pasos necesarios. El que fuera Decano del Colegio de Abogados, don Antonio Pedrol Ríus, tenía dos camas. Una en su cuarto y otra en el salón de su casa. Desayunaba, se duchaba, y leía los periódicos en la cama del salón. He intentado imitar su ejemplo y no he conseguido mi propósito. Y un buen bodeguero jerezano, antes de comer, se metía en la cama y echaba la siesta del carnero, hasta que su mayordomo le despertaba de esta manera: - Señor, la comida está servida. Y no duerma más porque se le va a quitar el sueño para la siesta-.
Le propongo a Garzón que imite a Pedrol y al bodeguero. Cama en su despacho, y siesta del carnero no más prolongada que una horita para no perder el sueño de la siesta. A él no le van a preguntar las nazis de la huchita sin uso si se hace la cama o no. Como a mí ya me lo han preguntado, paso a responder lo que todavía no han averiguado de mi persona...
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3 Replies to “LA CAMA”
Lo comparto, lo de hoy, aunque con matices.
No llego a los extremos de incompetencia culinaria de los que alardea A.U. y me defiendo mejor en el baño, en lo del polvo de la biblioteca me gana, seguro que la tiene mas grande que la mía,- no valen chistes ni dobles sentido en esta afirmación,- y mejor cuidada. Imagino que para sus cosas es muy cuidadoso y la biblioteca es punto importante; caes en la cuenta de lo terriblemente importante que es cuando alguna vez has tenido que trasladarla y reorganizarla. Tremendo no se lo deseo a nadie.
Al tal Sánchez tampoco, aunque no creo que use de eso. Los libros, debe pensar el protector de etarras, son seres raros de tapas multicolores que adornan las paredes y se escriben solos; él no se sabe bien para que sirve perder el tiempo en escribirlos cuando, como es su caso, siempre hay alguien que lo puede hacer por ti. Después la nombras ministro y pelillos a la mar, a otra cosa que esto no para.
Bien, dejemos hoy al Pernales y su banda haciendo de las suyas por Castilla y León; intentando engañar, con promesas de grandes dineros por venir, a los últimos rezagados, ingenuos, que queden por esas tierras señeras. Ah, si tienen que tocarlo, al saludarlo por ejemplo, les recomiendo que lo hagan con pinzas, para no contaminarse; el virus que provoca el empacho de mentiras es muy contagioso y acaba por destrozarlo a uno. En todo caso si necesitaran ayuda, para sobreponerse a las consecuencia de las infecciones producidas por las malas artes políticas de estos trileros, y su cercanía, con recurrir al melifluo y escurridizo Marlasca, todo arreglado. Te sacará del apuro intestinal con la misma facilidad con que saca a los etarras de la cárcel. Pregunten, pregunten a la Guardia Civil si no se han enterado aún.
En fin, que felicito a Ussía por ser tan buen amo de casa. Coincido con el en lo de la cama. Mas allá de las colchonetas, en perfecto orden de revista, faltaría mas, en las que dormíamos los de la IPS en las tiendas de lona y obra en el Campamento del Robledo ( Segovia) a finales de los sesenta y principios, muy al principio de los setenta, del cero y el uno no paso, lo de la cama es un misterio para mi.
Feministas gloriosas y rotundas ahí me habéis pillado, me declaro culpable, no he hecho una cama en mi vida. Soy incapaz, y prometo confesarme. No con el Padre Jose Mª Pilón, S.J., mi antiguo confesor que ya no está entre nosotros, por desgracia,- espantaba a brujas como vosotras con gran facilidad,- pero si con algún otro sacerdote del cercano pueblo en cuyo termino municipal hoy por hoy habito. Le contaré, si lo encuentro, que esta mañana tampoco he hecho la cama; espero que me perdone y no me abrume con una penitencia excesiva.
Mea culpa.
Pues curiosamente Sr. Ussía las instrucciones del microondas indican que hay que meter una cucharita en las tazas, mírelo usted. Yo lo leí un día y entendí la explicación que ya no recuerdo, pero nunca meto la cucharita.
Yo soy ama de casa y ama de fuera de casa, y sinceramente preferiría en muchas ocasiones que me lo dieran hecho, pero no por eso cargo contra los que no saben hacerse una cama si son del género masculino. En el futuro, quién sabe, porque habrá muchos géneros, el que más gracia me hace es el género líquido, no consigo imaginar en qué consiste eso.
Por favor Sr. Ussia, siga usted alegrando la vida de sus lectores incondicionales, entre los que me incluyo.