En mis tiempos infantes y juveniles se decía una sentencia cruel que, además de errada, no tenía gracia alguna.
“Si un pobre come jamón, o está malo el pobre, o está malo el jamón”.
He comido en hogares, que así se llamaban las humildes cocinas con hidalguía de asiento en tierras de La Mancha, de Castilla la Vieja, Extremadura y Andalucía, un maravilloso jamón de pobres.
Ofrecido en tacos, que era la manera lejana a la cursilería de comer jamón en España. La loncha fina es de mal jamón, invasora de nuestras costumbres, influída por el jamón de Bayona francés y el parmesano italiano. Muy agradable, pero nada comparado.....
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